EL
TRATAMIENTO SIMBÓLICO DEL ESPACIO EN EL ESPIRITISMO
CRUZADO.
AUTOR:
ANDRÉS RODRÍGUEZ REYES.
I.-
INTRODUCCIÓN.
La ciudad de Matanzas, conocida como “tierra
de santeros”, se caracteriza por ser una de las ciudades de mayor y más variada
presencia de los productos transculturales y
sincréticos de las prácticas mágico-religiosas introducidas por los esclavos
africanos en Cuba. Ellas son la Regla de Ocha o Santería Cubana, la Regla Iyessá,
la Regla
Arará, la Regla
Palo Monte y la Sociedad
Secreta Abakuá.
Entre las personas que las practican está ampliamente difundida la variante
cruzada del Espiritismo, el cual tiene como fuentes al llamado Espiritismo de
Mesa o Científico, a
la
Religiosidad Popular Española y a las
expresiones religiosas de origen africano, fundamentalmente la Regla de Ocha o Santería Cubana y la Regla
Palo Monte.
El
Espiritismo Científico o de Mesa fue introducido en Cuba desde los Estados
Unidos en la 2da mitad del siglo XIX, y en la ciudad de
Matanzas, hasta los
años 60 del siglo pasado, se podían encontrar numerosos
centros de práctica espírita, la cual se caracterizaba
por:
-
Presencia
de un sencillo ritual.
-
Posibilidad
de comunicación con los espíritus directamente
o a través de los mediums.
-
Trabajo
con espíritus”elevados” (sacerdotes, monjas, médicos, poetas, próceres, indios,
etc.)
-
Misa
abierta para dar luz a los espíritus “atrasados”.
-
Carácter
hipodinámico de las misas.
-
Uso de
vasos de agua, flores y perfume.
-
Lectura
de poesías, rezos, plegarias y cantos de elevadas transmisiones
espirituales.
Los que
asistían sus sesiones eran, fundamentalmente,
representantes de la pequeña burguesía,
médicos, maestros, abogados,
personas cuyo nivel cultural les permitía asimilar y llevar a la práctica
las “elevadas” doctrinas filosóficas y
éticas que profesaba en Cuba el Espiritismo de Mesa o Científico. Este
tiene tendencias a las ideas y los
sentimientos elevados, al
perfeccionamiento moral y espiritual. Se
identifica con el Catolicismo
y con las ideas acerca del
cielo, el purgatorio, el paraíso, el
infierno, y la inmortalidad del alma.
Al ir
penetrando la práctica espírita entre las amplias masas populares, fue
asimilando elementos tanto de la religiosidad popular, introducida por inmigrantes
españoles pobres, como de las prácticas rituales del culto a las deidades
y antepasados que trajeron consigo los esclavos africanos, y las que han sido
transmitidas de generación en generación, en
todo un largo y contradictorio proceso de transculturación y de
sincretismo, independientemente del color de su piel y extracción social. Es
necesario subrayar, que los practicantes de la
Religiosidad Popular Cubana
han ampliado su concepción mágico-religiosa, a través de las generaciones, al
establecer los correspondientes lazos funcionales entre las diferentes
expresiones religiosas de origen africano y el Espiritismo. Ellos, de manera
general, consideran que mientras más y variados elementos dominen, más apoyo,
poder y protección obtendrán de los seres y fuerzas sobrenaturales a los que
rinden culto.. Un mismo practicante puede ser
espiritista, a la vez estar iniciado en
las reglas de Ocha, Arará o Palo Monte, y pertenecer además a la
Sociedad
Secreta Abakuá.
Por eso
la práctica del Espiritismo dentro de las masas populares ha ido asimilando
elementos del culto a las deidades y a los antepasados de los diferentes sistemas mágico-religiosos
de origen africano en Cuba. Esto lo ha
posibilitado también el hecho de que los procesos mediúmnicos y de evocación de espíritus, a pesar de su
diverso tratamiento, son inherentes no sólo al Espiritismo, sino también a las
prácticas rituales mencionadas. Esto
favorece su mutua influencia e
interpenetración. Incluso, las prácticas
del Espiritismo y del Palo Monte han enriquecido, entre los iniciados de
la
Regla de Ocha y
la Regla
Arará, la adoración de los antepasados,
pues a través los caminos del Espiritismo y el Palo, los muertos pueden
"bajar y laborar” en beneficio de sus
hermanos que “animan materia”.
Antes de continuar debemos aclarar la posición del Espiritismo
Científico con relación al culto a los muertos y a los antepasados de origen africano Al respecto expresa Diolindo Amorín:
“...
El mediumnismo forma parte del Espiritismo, pero se impone aclarar que mediumnismo no es Espiritismo; que existe mediumnismo en los cultos africanos es una cosa que no se
discute y que en tal base, puede presentarse la tesis de que aún cuando tengan
por base la inmortalidad del alma y realicen mediumnismo, las prácticas del Africanismo, a pesar de ser
espiritualistas, no constituyen modalidades del Espiritismo. ... El Africanismo
tiene ritual organizado, de acuerdo a sus seculares tradiciones fundado en la
creencia en divinidades peculiares a su culto y, en lo que toca al Espiritismo,
no adopta ni tiene ritual de ninguna especie, no tiene forma de culto ni adora
divinidades. Es una doctrina científica, propensa al método experimental, de
meditaciones filosóficas muy elevadas, toda vez que trata del destino del alma
humana, preparando al hombre para la práctica del Bien, única senda que conduce
a Dios” (1)
La
invocación y evocación de espíritus tiene lugar en las llamadas misas o sesiones
espiritistas, las cuales tienen como objetivo fundamental la invocación y
evocación de espíritus con el objeto de lograr su ayuda y protección en los
problemas de la vida cotidiana y trascendental. Además, en las misas, se trata de “dar luz” a aquellos hermanos
desencarnados que la necesitan, o sea, a los espíritus que posean alguna forma
de atraso espiritual. Ellas pueden clasificarse como misas de caridad, de
recogimiento, para familiares, de
investigación espiritual, de carácter festivo, etc. Las misas se realizan con el concurso de los
mediums, los cuales son personas que, además de ser
capaces de comunicarse con los
espíritus, poseen ciertas facultades, tales como la clarividencia (visual y
auditiva), intuición, presentimientos, etc.
Los mediums pueden trabajar con diferentes comisiones de
espíritus, entre ellas, la árabe, la india, la africana, la gitana, la marina,
la médica, etc., pero en la variante popular del Espiritismo. De estas
comisiones se ha consolidado la comisión africana, presidida por los espíritus
congos. Estos últimos han introducido su rica ritualidad, en la práctica
espírita, Ella es evidente en la invocación y evocación de los espíritus, en la
posibilidad de su manipulación mágico-religiosa y en la propiciación de la
atmósfera espiritual necesaria con la
ayuda de “limpiezas y despojos”. Estos
espíritus son tan vitales que necesitan de ofrendas (comidas, bebidas, flores,
etc.) y hasta de sacrificios de animales
(palomas, pollos y gallos) para propiciar su existencia y poderes
sobrenaturales. En sus manifestaciones, a través de los mediums, ellos
fuman, ingieren bebidas alcohólicas, y
realizan diversas acciones mágico-religiosas. Estos espíritus se presentan en las misas
“con la corriente” de las deidades de Palo Monte que adoraban en vida, con la
acción de Lucero (Elegguá), Zarabanda (Oggún), Siete Rayos (Changó), Madre Agua (Yemayá), Mama Chola (Oshún) y
otros. Además, por emplear vehículos
músico-danzarios para crear la atmósfera adecuada y
como factor desencadenante de los estados de posesión, ellos le han concedido un
carácter hiperactivo a las misas. De ahí
que hayan surgido misas espirituales de carácter festivo, en las que se logra la
manifestación de los espíritus, no con la ayuda de elevados rezos, plegarias y
transmisiones espirituales, sino por medio de cantos y bailes donde se
entremezclan las más ricas tradiciones músico-danzarias paleras (“hala congo”) y de la Rumba
Cubana. Esas
variantes festivas son: el Tambor, el Cajón, y la
Rumba al
Muerto. En ellas la utilización del espacio es mucho más activa que en el
Espiritismo Científico o de Mesa.
El
practicante del Espiritismo Cruzado, como los practicantes de los sistemas
religiosos de origen africano, está
inmerso en un ininterrumpido diálogo trascendental con los seres y fuerzas
sobrenaturales que adora, con el objetivo de hallar ayuda y protección. Esto los
arrastra a una realidad especial de existencia, a un mundo de lo fabuloso, donde
el agua, las plantas, el aroma de ciertos alimentos, la palabra, y los más disímiles objetos,
acciones y fenómenos que lo rodean, resultan ser las representaciones, los
contenedores, de las fuerzas que pretende desencadenar, y cuyos sentidos y
supuestas propiedades trata de manipular, para así propiciar su protección y
ayuda. Con relación a esa "especial"
realidad expresa
J.J.Figarola:
"...la
realidad tenida convencionalmente como normal coincide con la realidad que hemos
denominado aspirada y esta coincidencia conduce, a su vez, a que la realidad
factual, habitual, resulte sustituida por una realidad representada, dentro de
la cual nada de lo que se ve, se toque o se guste, tiene propiedad alguna en su
específica materialidad, sino sola y
simplemente en lo que constituye como representación. Claro que no es una
representación caótica o caprichosa, sino también ajustada a un código preestablecido, frecuentemente
críptico y altamente complejo de descifrar." (2)
Y en esa realidad especial o
aspirada:
"…Un vaso
de agua no es un vaso, una vela no es
una vela, un chivo degollado no es un chivo degollado, un árbol no es un árbol,
el suelo no es el suelo, el viento no es el viento, la vida no es la vida, la
muerte no es la muerte. Son expresiones de un mundo subjetivo único y
totalizador que no es igual para todos
los sistemas mágico religiosos." (3)
De esta
manera, también el espacio físico donde transcurren las actividades mágico religiosas propias del Espiritismo Cruzado tampoco es
el mismo espacio objetivo donde transcurre la actividad natural y social del
hombre, y con el cual establece ciertas relaciones. Este sufre una
reinterpretación simbólica a través del prisma de las ideas y representaciones
mágico religiosas de la creencia en cuestión. Resulta ser el mismo espacio, pero
a la vez no lo es. Como resultado de un cambio de representaciones, propiciadas
por la acción de determinados rituales, se ha ido desprendiendo de su universo
cotidiano, ha adquirido determinadas características, cierta atmósfera especial,
que lo han transformado, y lo hacen diferente. Para los espiritistas, ese
espacio está situado, fundamentalmente, frente a la mesa altar. Ese espacio
“especial”, según Yalexis Castañeda Maché, resulta
ser:
"¨…el
lugar propicio para hacer trascender sus ideas, "sentir" en su cuerpo las
fuerzas o corrientes espirituales o "pasar un muerto", al decir de los
entrevistados. Allí todo lo que sucede se interpreta como expresión de una
"realidad" que en el curso de la actividad se va legitimando frente a los presentes y que sólo encuentra
pertenencia a través de la práctica misma. A esto le denominamos espacio
real-simbólico, en el cual el practicante recrea su propio imaginario de la
creencia dotándolo de sentido, virtudes y poderes sagrados, los que se hacen
explícitos en la práctica según la dimensión social y subjetiva de la necesidad
que presentan." (4)
En general, esta
expresión religiosa no posee centros o locales especializados para sus misas o
sesiones. El espiritista utiliza una
habitación de su propia casa para colocar su mesa-altar, la cual resulta ser el
centro de fuerzas ante el cual se desarrollan las actividades espiritistas
fundamentales. Esta es una mesa cubierta por un paño o tela blanca sobre el cual
se disponen una serie de objetos que representan o simbolizan las fuerzas
espirituales a las que se rinde culto, y los cuales
resultan necesarios para los procesos de invocación y evocación de espíritus. La
preside un crucifijo y una copa de cristal con agua, dedicados al
Santísimo. Esta entidad espiritual
resulta ser la superior fuerza espiritual adorada, dador de luz y paz
espiritual, de fe, esperanza y caridad, tan necesarios para los espíritus
encarnados o desencarnados, que según la creencia espírita, habitan
la Tierra.. Se disponen también
6 ó más vasos de agua, dedicados a los
espíritus guías, protectores y
familiares de la persona a la que pertenece la mesa altar. En ella se colocan
barajas, búcaros con flores y una vela.
También pueden estar presentes imágenes de santos, muñecas y muñecos “cargados”,
los cuales representan a determinados espíritus protectores
Si el
practicante del Espiritismo está iniciado
en la
Regla de Ocha, en la Regla
Arará, e
incluso en la Regla
Palo Monte,
entonces en la misma habitación puede estar situada la mesa altar espiritista
junto a objetos y atributos sagrados, propios de estas diferentes expresiones
religiosas de origen africano. De esta manera, la mesa altar puede estar
colocada a un lado del llamado canastillero de
la
Regla de Ocha, mueble donde se encuentran las llamadas soperas,
recipientes que contienen los atributos de sus deidades. Sus objetos sagrados
pueden compartir el espacio de la misma habitación, pero sus prácticas rituales,
por tradición establecida, no se entremezclan. Se excluyen entre sí. Este hecho
conlleva a que habrá un mismo espacio físico que será compartido por la práctica
de las diversas expresiones religiosas en las que está iniciado el creyente.
Pero mediante determinados rituales, cada una de las diferentes expresiones
religiosas nombradas asimilará,
transformará, el espacio físicamente compartido, y lo convertirá en su propio espacio real
simbólico durante el transcurso del ritual. En las misas este espacio es
establecido, a su inicio, con la lectura del rezo espiritista “Al empezar la
reunión”, y por la invocación y evocación de los espíritus mediante diferentes
rezos y cantos espirituales. El rezo “Al fin de la reunión”, que señala la
conclusión de la sesión espiritista, reestablece el “carácter normal” del espacio utilizado. Se debe tener en
cuenta que en ocasiones las fronteras entre los espacios propios de las
diferentes expresiones religiosas se desdibujan un poco. Tal es el caso de la manifestación de los llamados “santos
muerteros” en las misas. Son deidades de
la
Regla de Ocha, pero con “camino” espiritual.
Ellos son La
Caridad del
Cobre (Oshún), La
Virgen de Regla
(Yemayá) y San Lázaro (Babalú Ayé)
La mesa
altar preside el círculo en que se disponen los asientos que ocupan los
participantes de la misa. En su extremo izquierdo y en el derecho se sientan los mediums cabeceras que dirigirán la actividad. Los demás
participantes completarán el círculo. Esta figura geométrica representa de
manera simbólica el espacio finito por el cual pueden circular las fuerzas o
corrientes espirituales de una manera más eficiente, y que serán canalizadas con
la ayuda de los elementos sagrados que componen la mesa altar, presidida por la
cruz y la copa del Santísimo, y simbólicamente iluminada por la llama de la
vela. En el caso de una “investigación”, “desarrollo”, o “coronación”
espiritual, la persona en cuestión se sentará en medio de ese círculo de frente
hacia la mesa altar, con el objetivo de que hacia ella confluyan las “fuerzas o
corrientes” espirituales necesarias para alcanzar el objetivo propuesto. La
concepción del círculo también es utilizada en los bailes que tienen lugar en
las misas de carácter festivo que se
realizan en algunas casas-templos de la
Regla de Ocha en la
Ciudad de
Matanzas. Es también para favorecer la adecuada transmisión de las corrientes
espirituales entre los participantes, lo
que a su vez propicia los estados de posesión de los espíritus invocados.
Debemos recordar que el baile en círculo frente a los tambores rituales en las
fiestas dedicadas a los orishas es parte de la
tradición ritual de la
Regla de Ocha, realizado con el propósito de concentrar las fuerzas
que desencadenan los estados de posesión de los orishas entre sus participantes.
A
los muertos, llamados eggun en la
Regla de Ocha, en esta expresión religiosa de origen yoruba se les
rinde culto en el “Rincón de Eggun o del Muerto”. Este
rincón debe estar situado en el patio del iniciado. Allí se les dedica a los
eggun diferentes ofrendas de flores, comida, bebida o
sangre de los sacrificios de animales (paloma, pollo o gallo), y se realizan
hasta sacrificios de animales, para
lograr su propiciación en el culto a los orishas o santos. Es tradición, para los santeros, realizar
misas en la
Iglesia, o misas
espirituales, ante cualquier ceremonia importante de la
Regla de Ocha, tales como comidas a los santos, cumpleaños,
iniciaciones, etc. Los muertos son los
primeros en ser atendidos en la realización de las diversas ceremonias rituales
de la
Regla de Ocha. Es tan
importante su culto que, entre los santeros, está ampliamente difundida la
frase: “”Ikú lobi Ocha” (“El Muerto pare al Santo” o “Primero el Muerto y
después el Santo”.). Al hablar sobre los
eggun expresó la difunta santera Noemí
González:
“Eggun y espíritu son el mismo muerto, pero espíritus son
aquellos que están más cercanos a Olofin, y se les
pone vasos de agua en alto, y se les hace misas espirituales o en la iglesia.
Ellos pueden hablar por la boca de los espiritistas que son los mediums.
Los eggun están apegados a la tierra, a las obras de la santería, por eso se les
pone, en un rincón, un poco de todo lo que comemos los vivos, y además, café,
aguardiente y tabaco. Ellos hablan, pero por los cocos y los caracoles. Sin
contar con ellos no se puede hacer ninguna obra en la santería. Un muerto se
puede manifestar o como eggun o como espíritu, depende
de cómo venga trabajando...” (5)
El Rincón
de Eggun es un
sitio especial que ha traspasado
los límites del sistema religioso que lo originó, pues los muertos, sin tener
que venir necesariamente por el camino de la
Regla de Ocha, pueden recibir en él una atención “más material”.
Además, allí se realizan determinadas acciones rituales que pueden
propiciar el curso de las actividades
espiritistas.
En el
caso de que el creyente esté iniciado en las prácticas de Palo Monte, su nganga, cazuela o prenda debe estar situada en otra
habitación o sitio de la vivienda. Su carácter “material” puede interferir en el
buen funcionamiento del campo espiritual, debido a que este último es
considerado “más puro” por los practicantes. Debemos recordar que la nganga resulta ser el recipiente – contenedor de los objetos
y sustancias que representan o
simbolizan las fuerzas o poderes mágico religiosos
adorados en Palo Monte. Contiene, entre otros elementos, a distintos palos del
monte, partes de ciertos animales, tierra o polvo de diferentes lugares, y hasta
restos óseos humanos, pues el muerto resulta ser el catalizador, el que canaliza
las fuerzas mágicas representadas en la nganga. Ella
también ocupa un lugar significativo dentro del espacio real simbólico de la
vivienda del practicante del Espiritismo. En las misas espirituales se pueden
presentar también estos nfumbes o “espíritus de cazuela”, que pueden ser los muertos de las ngangas,
pertenecientes a alguno de los participantes de la misa. Los nfumbes pueden presentarse también como “espíritus
enviados” por un enemigo para perturbar
la casa, o a una de las personas que participa en la misa.
Con relación a ellos se realizan diversas acciones con carácter exorcista para alejarlo de las
personas obsesadas por él, o expulsarlo de la casa
donde se realiza la misa.
Si el espiritista posee una nganga o cazuela, su poder estará latente durante las misas
espirituales. Se puede invocar la capacidad de exorcismo en el caso que sea
necesario expulsar de la sesión, y de la casa, a algún espíritu muy “endurecido”
o “de cazuela”, espíritu con el que no hayan sido suficientes los comunes
procedimientos de “darle luz” (convencimiento, imposición de crucifijo, etc.) El
poder de la nganga se invoca y se canaliza con la ayuda de ciertos procedimientos mágicos en
los que se trazan las llamadas firmas de Palo Monte. Estas resultan ser unos
signos gráficos de carácter pictográfico donde se combinan elementos figurativos
(sol, luna, estrellas, calaveras, etc.) y geométricos (líneas, círculos, cruces,
etc.
Otro lugar altamente significativo en el
espacio real simbólico utilizado por el espiritista lo es la puerta de su propia
casa. Ella por ser el sitio que establece el límite entre la seguridad del hogar
y la posibilidad de lo imprevisto, del azar y del peligro de afuera, ha sido
objeto de creencias y de ritos especiales que le conceden un carácter sagrado a
lo largo de la historia de la Humanidad, en el seno de
numerosos pueblos. Se le da mucha importancia a su capacidad de detener las
malas influencias y dejar pasar las buenas.
A pesar del carácter intangible
de los espíritus, de su capacidad para atravesar los objetos sólidos, como
paredes y muros, ellos sólo pueden entrar a las casas a través de sus puertas,
las que poseen un valor simbólico plenamente reconocido en la dimensión
espiritual.
En el Espiritismo Popular, por influencia de
la
Regla de Ocha y de Palo
Monte, “se le da de comer” a la puerta, con el objetivo de fortalecerla. Se
utilizan, entre otros elementos, harina
de maíz, cacao, cascarilla, maíz tostado, pescado y jutía ahumados, miel, y
hasta sangre de pollitos sacrificados al efecto. Durante las misas se coloca
detrás de la puerta de la calle, con una vela encendida, a Elegguá (Regla de Ocha) o a Lucero
(Regla Palo Monte) Estas son deidades que representan el azar, lo imprevisto,
“abren y cierran” todos los caminos”. Ellos desempeñan allí su función de
guardieros, para no dejar pasar las
“malas influencias. En este sentido, también se colocan diferentes objetos que
tienen la virtud de detener y alejar esas ”malas
influencias”, se colocan ramas de ciertos árboles o manojos de ciertas hierbas,
cadenas, machetes, clavos de línea preparados”. Incluso, se trazan firmas de
Palo Monte en la parte interior de la puerta, lo que estaría representando el
poder de guardiero y protector de una
nganga.
En las misas,
además del espacio real simbólico, que se puede segmentar, que posee lugares y
objetos que lo delimitan, y con el que se establecen especiales relaciones,
también se puede hablar de un espacio referencial al que aluden los seres sobrenaturales que en ella se
manifiestan. Es un espacio que es objeto
de referencias por formar parte de sus individuales historias o posibles
escenarios de acción, pero que también puede ser el posible sitio o entorno
donde tendrá lugar uno de los “trabajos” (acciones mágico religiosas) propuestas
por los mediums o los espíritus que se han presentado
en la misa. Ellos pueden indicar, por ejemplo,
que para propiciar la ayuda y
protección de Oshún, deidad que simboliza la
sensualidad y alegría femeninas en la Regla de Ocha, la persona debe dedicarle a ésta 5
panetelas con miel de abejas, a los 5 días llevarlas al río y plantearle allí su petición.
Por último podemos
afirmar que en las sesiones de la variante popular del Espiritismo observadas en
nuestra ciudad se hace evidente que el practicante establece en ellas todo un
diálogo trascendental con las entidades espirituales que invoca con el objetivo
de lograr su ayuda y protección. Este diálogo resulta ser un especial proceso de
comunicación, pues hace interactuar interlocutores que provienen de diferentes
planos de existencia, real y sobrenatural.
Por medio de rituales de palabra y acción se logra crear la justa dimensión que permite
confluir hombres y espíritus en el plano físico, en el espacio donde tiene lugar la sesión
espiritista. Pero toda la casa entra a formar parte de ese espacio real
simbólico establecido por el ritual, desde la habitación donde tiene lugar la
sesión espiritual, el llamado “Rincón
del Muerto”, y la puerta de la calle, hasta los simples rincones de las
habitaciones. Estos últimos son los sitios preferidos, como escondrijos, por los
“espíritus oscuros”, los cuales deben ser expulsados de allí, y de la casa, por
medio de “limpiezas y despojos”.
La funcionalidad de ese espacio transformado por el ritual en el Espiritismo Cruzado está condicionada
por una convención establecida por la tradición, la que garantiza la integridad
del mismo, y evita, o limita, las interferencias de fuerzas o entidades
sobrenaturales pertenecientes a otros sistemas rituales de origen africano. Si
no hay transformación simbólica del
espacio no hay un adecuado curso de la actividad espiritista, y no habrá
entonces un favorable diálogo con los espíritus invocados. La sesión espiritista
estaría a merced de la improvisación, y
también de la posibilidad de atraer a entidades espirituales
desfavorables o maléficas, que vendrían a perturbar el curso de la misma, lo
cual se trata de evitar a toda costa. En ello consiste la importancia del
adecuado tratamiento del espacio en el Espiritismo Cruzado.
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Africanismo y Espiritismo. Buenos
Aires. Ed.
Constancia. . 1958.
p.19.
2. -
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Ciudad de la
Habana. Ed.
Unión. 2001. pp. 177 – 178.
3. - Obra
citada. p. 178.
4. -
Castañeda Maché, Y. Lo simbólico en el
ritual del Espiritismo Cruzado. En
Religión, Cultura y Espiritualidad.
La
Habana. Ed.
Caminos. 2000. p. 328.
5. -
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