viernes, junio 14


BIBLIOTECA VIRTUAL
SALA DE LECTURA

CONSEJO LATINOAMERICANO DE CIENCIAS SOCIALES
(CLACSO)

Callao 875, 3er. Piso
(1023) Buenos Aires, Argentina

Tel: (54-11) 4811-6588 / 4814-2301

Fax: (54-11) 4812-8459
e-mail: clacso@clacso.edu.ar
URL: http://www.clacso.org
Notas de la Sociedad Espiritista Cubana

El ESPIRITISMO CUBANO EN LOS 90[i].
Autoras: Ileana Hodge Limonta
              Yalexy Castañeda Mache

Centro de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, CIPS.
Resumen: El espiritismo cubano es una de las expresiones religiosas que ha tenido una notable acogida entre diferentes sectores de la población en Cuba.  En sus diversos modos de manifestaciones prácticas se advierten costumbres, concepciones, tradiciones y características de la idiosincrasia de nuestro pueblo.  Explicar y esclarecer su comportamiento actual, así como las principales problemáticas que se plantea el espiritismo en relación con los cambios sociales ocurridos en Cuba es propósito fundamental en la presente entrega.
Alcanzar conocimiento y comprensión sobre sí mismos; entender al prójimo, su evolución y desenvolvimiento; confraternizar; buscar soluciones en conjunto con el objetivo básico de lograr el mejoramiento progresivo de la humanidad, a partir del mejoramiento individual en busca del desarrollo moral e intelectual, son algunos de los problemas fundamentales que el espiritismo cubano aborda actualmente.
En este sentido, nuestro artículo versa sobre el análisis de dos problemáticas que para líderes y dirigentes espiritistas tienen diferentes grados de asimilación y niveles de respuestas en correspondencia con sus proyecciones sociorreligiosas. Uno, aborda aspectos de la realidad socioeconómica desde la perspectiva religiosa de ese actor social y el otro, se relaciona con la posibilidad de ampliación y desarrollo de un espacio social específico para este tipo de creyente.

Cuando se habla de líderes y dirigentes en el espiritismo, ha de tenerse en cuenta aquel sujeto, que realiza diversas funciones al interior del grupo religioso. Al respecto, debemos referir que el liderazgo es un elemento importante al interior de la estructura de los grupos espíritas y su existencia y funcionamiento está determinada por necesidades objetivas y subjetivas de los miembros. De todos modos, las categorías líder y dirigente no son excluyentes. En el caso del espiritismo cubano, pueden coincidir en una misma persona.
La labor del dirigente es destacada, dinámica y creativa.  Su personalidad es fuerte, extrovertida y carismática, condición que le convierte en voz de mando y organizador de la forma de realizar el ritual. Es orientador y guía espiritual por excelencia. Expositor de ideas, valoraciones, opiniones, normas de conducta y al mismo tiempo oyente del grupo. Es quien delimita los espacios religiosos y quien de forma normativa conduce al grupo. Su función es impositiva por naturaleza, y  aceptada voluntariamente por el colectivo, por su capacidad comunicativa y credibilidad cognitiva religiosa. Este creyente es denominado médium cabecero.
Existe otro tipo de sujeto que también se destaca al interior del grupo como dirigente por su capacidad organizativa, disciplina, responsabilidad, seriedad y acometimiento dentro del colectivo, que es el médium director. Sus funciones se pueden caracterizar como lego- administrativas, por cuanto es él, quien en caso de agrupaciones con mayor nivel de estructuración y organización, llevará el control de la membresía, las finanzas, las actas de las reuniones y las relaciones legales con el Estado –léase Registro de Asociaciones, organismo al cual debe rendir cuenta-. Se encarga además de la reparación del Centro, limpieza y organización del local de culto y de la custodia de los bienes religiosos y la disciplina. Su labor religiosa se desarrolla en estrecha coordinación con el médium cabecero en cuanto a toma de decisiones y determinaciones.
Dentro de esta expresión religiosa existen, además, creyentes que, sin ocupar cargos en el grupo se destacan y son reconocidos por sus colegas como médium de prestigio. Por la capacidad que demuestran durante la práctica ritual,  duplican su participación en el culto y encarnan, durante el proceso de trance, espíritus de “mucha luz”, que a decir de algunos, son “seres fallecidos con un pasado terrenal ilustre en cualquier esfera de la vida o con alguna formación intelectual” o, como dirían  otros, “cogen muertos duros”. Dichos muertos o espíritus transmiten por su intermedio opiniones consideradas veraces por el individuo consultado, quienes dicen sentir un clima de paz, tranquilidad y sosiego, al tiempo que le adjudican el medium fama, credibilidad y procura entre los asistentes al culto. Este médium es consultado también por el médium cabecero y el director para la toma de alguna decisión importante  y es, además, quien en ocasiones, en caso de alguna eventualidad, sustituye al médium cabecero. A este tipo de creyente, por el rol destacado que desempeña al interior del grupo, denominamos líder.
Es por ello seleccionamos como unidades de análisis a  líderes y dirigentes espiritistas de las diversas manifestaciones prácticas que actúan en nuestro país, por ser sujetos de este proceso social y, a la vez, constituir los principales agentes promotores del cambio al nivel de su grupo religioso y de un pensamiento social y religioso en continua formación y confrontación, -como patrón referencial-, con la realidad.
Particularizar sobre estas problemáticas –aspectos socioeconómicos y el espacio social religioso-, hace factible conocer las proyecciones que se derivan de los lineamientos generales de esta expresión religiosa, los que adquieren el sentido y significado que le confiere la totalidad significante, o sea, la lógica socio- cultural e histórica de la sociedad a la que pertenece.

A modo de recuento histórico social.
Como expresión religiosa, a través de su historia en diferentes épocas, el espiritismo ha demostrado características singulares que le ha permitido adaptarse al contexto social. Por ejemplo a finales del siglo pasado, cuando fue introducido en nuestro país, a los ojos de sus simpatizantes se concibió como una alternativa religiosa, moderna y liberal, sobre todo entre aquellos cubanos no comprometidos con el régimen colonial español y que, directa o indirectamente, participaron en las gestas independentistas.
En la etapa que se corresponde con el período neocolonial, momento que se puede clasificar como de expansión y afianzamiento, el espiritismo, que aunque nunca ha llegado a ser una expresión religiosa institucionalizada, conformó una organización de carácter nacional con representación de la pequeña burguesía urbana y rural e intelectuales que formaban uno de los núcleos principales de la estructura socioclasista de este período. A estos espiritistas se les denominó científicos o de mesa.
No se puede decir que el espiritismo en Cuba se quedó al nivel de estas clases. El mismo, por abarcar un amplio espectro religioso que puede ser utilizable por los creyentes en función de resolver problemas de diferentes índoles, alcanzó difusión y arraigo entre los sectores más pobres y desposeídos, convirtiéndose en un medio asequible y poco complicado para canalizar y tratar de dar solución a diversos tipos de situaciones. En este sentido, estos grupos conforman las variantes más popularizadas del espiritismo cubano, es decir, el cordón y el cruzado.
En la actualidad, el creyente espírita cubano se caracteriza no sólo por ser un ente socialmente activo; sino, también, un sujeto con cierto grado de satisfacción espiritual y material ante la vida, por cuanto lo importante para él no es la valoración social que se pudiera tener  sobre sus creencias y prácticas, sino  la satisfacción que siente como individuo religioso.
Todo esto ha sido, entre otras razones, a:
-         La posibilidad de comunicación espiritual que ofrece esta manifestación religiosa al sujeto creyente. Comunicación que se establece entre el médium y los espíritus.
-          La ausencia de un clero profesional que dependa de organismos centrales de dirección y de una dogmática u ortodoxia determinada.
-         La viabilidad que le ofrece un culto no costoso que se desarrolla con una dinámica de roles intercambiables.
-         La vinculación que tiene esta expresión religiosa con otras que conforman el cuadro religioso cubano y la posibilidad que tiene este tipo de creyente de tener sentido de pertenencia a otras manifestaciones, principalmente de origen africano.

En esta década, como resultado de los acontecimientos económicos que nos afectan de modo directo producto del período especial por el que está atravesando nuestro país, desde el punto de vista espiritual se produce una extroversión de la conciencia religiosa. Ello se debe a las consecuencias negativas que ha producido la crisis en todas las esferas de la vida, que incide en la subjetividad de los individuos como reflejo de las necesidades cotidianas.
Si tenemos en cuenta las modificaciones en la estructura social con la inversión de su pirámide y el desajuste en la escala de valores con un alto costo social por efecto de cambios de valores, actitudes y conductas, nos percatamos que la religión, sobre todo a finales de este lustro retoma con mucha fuerza su función protectora, por cuanto en ella no sólo se busca consuelo, sino también ideales de vida. Es utilizada como búsqueda, en algunos casos y reforzamiento de valores espirituales, en otros.
El espiritismo a la luz de estos acontecimientos se ha ido estructurando en grupos de autocontrol. Sus agrupaciones por intermedio de los líderes y dirigentes, encargados de la práctica ritual y de la mantención y reproducción de las creencias, le brindan la posibilidad a sus adeptos de canalizar los problemas que más le afectan en la vida, a través del culto, mediante el trance, la interpretación de sueños o acontecimientos fortuitos.
A partir de esto, se produce una línea de pensamiento que tiene como objetivo llevar a cada miembro del grupo una búsqueda introspectiva de sus errores para poder mostrar valores. Se trazan misiones y el ritual en esta expresión religiosa se convierte en una práctica de tipo concreto sensible por los problemas que a través de ella se buscan canalizar, en los que se conjugan necesidades y satisfacciones.
Problemas sociales, de índole material, de salud o familiares objetivamente existentes, sobre todo en la actualidad, aparecen reflejados como preocupaciones latentes en los espiritistas cubanos, aún cuando refieran que estos temas no son objeto de sus reflexiones dentro de la práctica espiritual, principalmente, los de carácter económico.
Por otra parte, los espacios sociales que antes ocupaban agrupaciones espíritas denominadas científicas y algunos grupos cordoneros que tenían cierta influencia en determinadas zonas o estructuras de la sociedad, fueron cubiertos por el gobierno, el Estado o por nuevas instituciones sociales creadas específicamente para tales fines.
Al respecto, estos líderes y dirigentes se proyectan por la recuperación del  espacio social alcanzado antes de 1959. En el caso concreto del momento en que se vive, esta añoranza se proyectaría como la adquisición de un nuevo espacio social para poder desplegar sus misiones. Refieren al respecto, que muchos centros que hoy existen se han conformado al calor de la sociedad cubana actual, por lo que necesitan retomar la concepción de caridad en sentido misionero, es decir, visitar enfermos y personas necesitadas para brindar ayuda como realizaban antiguamente.

- Análisis de aspectos económicos y sociales en el contexto actual.
La revisión de expedientes de centros o Sociedades espíritas de corte científico y cordón, que funcionaron desde 1902 hasta los primeros años de la década del 60, en  provincias como Camagüey, C. Habana y Santiago de Cuba, evidenció que los primeros artículos del Reglamento por los cuales debían regirse estaban dedicados a prohibir aspectos de tipo económico y político dentro de la actividad religiosa. Como ejemplo tomamos el artículo 1 del Reglamento del Centro de Estudios Psicológicos, fundado en 1902 en la ciudad de Camagüey en el cual se refiere que: “Las cuestiones políticas de controversia religiosa y de economía social están prohibidas”.
Tal particular, reiterativo en los expedientes consultados, nos lleva a pensar que el pensamiento espiritista cubano de la actualidad se ha conformado bajo tales lineamientos, internalizándose tal prohibición en la subjetividad de sus máximos representantes, encargados de orientar la práctica espírita.
Esta reflexión no incluye los practicantes del espiritismo cruzado. Al respecto cabe una diferenciación: los cruzados nunca han estado adscritos a reglamentos, ni han institucionalizado sus creencias y prácticas por lo que tal particular no es motivo de prohibición. La dinámica e intereses de su actividad cultual[ii] se mezcla más con las vivencias y problemas cotidianos de los creyentes, por lo tanto no hay prohibiciones sobre esos aspectos y no es interés de análisis, pero ello, no obstante, no resta que indirectamente las valoraciones sobre problemas socioeconómicos y sociopolíticos estén presentes.
La representación y simbolismo que se desprende de la actividad cultual en las tres manifestaciones prácticas del espiritismo cubano  le permite al creyente; sea o no, líder o dirigente, integrar situaciones discrepantes presentes en la vida cotidiana de la sociedad dentro de una totalidad significativa que los explica y justifica. Es el modo mediante el cual pueden reajustar valores y normas de conducta, legitimar los problemas sociales y económicos, - sobre todo en estos tiempos -, a partir de su creencia y establecer una visión de futuro que trascienda la finitud de su existencia individual.
Al respecto, líderes y dirigentes espíritas realizan una caracterización, comparación, crítica y justificación del período de los 90, al señalar las amplias repercusiones que a escala social han tenido las nuevas transformaciones, sobre todo en lo económico. Actualmente se identifican tres grupos según el grado de elaboración de sus respuestas en los cuales se acentúan las características socio- culturales y educacionales de cada uno de los sectores sociales que integran las diferentes manifestaciones prácticas del espiritismo[iii].
El primer grupo reflexiona sobre la situación actual de la sociedad cubana en comparación con la situación internacional. El mismo tiene como máximos exponentes a los líderes y dirigentes del espiritismo científico y un reducido número de cordoneros, principalmente de las  provincias de Cienfuegos y Camagüey. En estos resultó reiterativo la frase: “nosotros somos un país privilegiado”.
Al respecto, valoran la crisis financiera que afecta tanto a países desarrollados como subdesarrollados. Mencionan el deterioro de la economía mundial; los desafíos de las nuevas realidades que el mismo hombre ha creado por su ambición material, el aumento de la pobreza; el desempleo; la violencia; la desigual distribución de las riquezas; el abandono de la responsabilidad social ante la salud, educación y la mercantilización de las creencias y derechos propios del hombre.
En cuanto al contexto cubano, reconocen la situación de crisis, las carencias materiales, señalan la inestabilidad económica, la carestía de muchos productos en el mercado, pero refieren que en el plano social estas afectaciones no tienen igual incidencia que en otros países, pues el gobierno revolucionario no ha descuidado tal aspecto. Confían en la búsqueda de alternativas favorables al pueblo llevadas a cabo por los máximos dirigentes de la Revolución. El período especial para ellos es “impuesto por las circunstancias externas” y “una etapa necesaria por la que el país debía pasar”. En Cuba, al decir de una entrevistada, “se da prioridad a las necesidades esenciales del ser humano: la salud, la alimentación, la tenencia de un trabajo decoroso y la educación, aspectos tan necesarios al espíritu”.
Existe consenso en cuanto a que la insatisfacción mostrada por muchas personas ante la vida radica “en el sentido desmedido de lo material”,  valoran la cantidad de cosas a tener y  no su aspecto cualitativo; así como al “no reconocimiento de que el espíritu del hombre  puede conformarse con poco, si en todo lo que hace lleva el amor  y la paz de espíritu”.
La reflexión de estos líderes y dirigentes científicos y cordoneros también se extiende hacia una crítica de la cultura del consumo que actualmente prolifera a escala mundial y afecta a nuestro país. A la par, condenan el comercio, a nombre de la ciencia espírita, en cualquier forma que se ejerza. Señalan que actualmente se edita en el mundo literatura que habla  del “existir del espíritu”, pero lejos de proporcionar enseñanzas son falsedades que contribuyen al oportunismo.
Con relación a líderes y dirigentes del espiritismo cruzado, el resultado del análisis apuntó hacia el segundo grupo señalado en el cual se realiza una critica interna de las repercusiones que a escala social ha traído consigo la etapa actual de crisis. De modo general, podemos decir que estos creyentes valoran la situación actual a partir de sus propias experiencias personales y también por las vivencias e interpretaciones que sus consultantes refieren en las sesiones, tanto individual como colectiva. Es válido aclarar que los asistentes a éstas suelen ser personas  cuyo interés central es resolver determinados conflictos o preocupaciones, por lo que resultan secundarios los intereses cognitivos y la aprehensión de una concepción espiritista para explicar un conjunto diverso de hechos y fenómenos de la vida[iv].
Los representantes del espiritismo de cruce, señalan de esta etapa las dificultades que más repercuten en su vida como sujeto social, buscando para ellas soluciones dentro del campo religioso. Es lógico considerar que estos creyentes se ubican, principalmente, en la zona oriental,  y en particular en la provincia de Guantánamo, la de menor desarrollo económico del país, juntamente con condiciones de aislamiento y zonas de difícil acceso. Esto favorece las concepciones mágicas y supersticiosas, y el recurso de lo religioso en tanto solución sobre bases empíricas y utilitarias.
Los líderes y dirigentes de esta práctica  resaltan los aspectos negativos que trae consigo la situación de período especial señalando: las carencias materiales, el elevado costo de los artículos de primera necesidad, tenencia de divisas, subvaloración de la moneda nacional, uso de las religiones como medio de subsistencia y lucro personal, prostitución del cuerpo, entre los principales; los que a su decir, derivan en nuevos problemas con los cuales la sociedad y el gobierno ha de enfrentarse, tales como: situaciones de conflictos entre los seres humanos, desigualdades sociales, división en la familia, emigraciones buscando mejoras de vida, delincuencia, negociantes, oportunistas, cobro de consultas espirituales, misas y curaciones a precios elevados, religiones que ofrecen lo material para ganar adeptos y pérdida o subestimación de lo cubano, de lo autóctono, al darle preferencia a lo extranjero.
Por estas mismas razones, estos espiritistas cruzados refieren tener presente los aspectos positivos que se pueden sustraer de estas nuevas condiciones que son “desconocidas por la nueva sociedad creada por Fidel desde el 59”. Los mismos se pueden enunciar como, la reconsideración de este sujeto como actor social y religioso, con su diversidad de creencias y prácticas que los constituyen como tales, y el efecto de su práctica en la realidad social. Es decir, para éstos los cambios que operan en el sistema social propician de cierta forma su reconocimiento: “se comienza a atender al espíritu o muerto para prosperar y desarrollarse”. Con ello la labor del espiritista cruzado se incrementa y juega un rol importante dentro de la sociedad. Se dan a conocer y ofrecen ayuda “espiritual al hombre en busca de mejorar su vida presente”.
En las condiciones del período especial, acompañado de un reavivamiento religioso, esta modalidad práctica del espiritismo es de las que más incremento reporta precisamente por su vinculación a los problemas y su solución con apoyo a lo sobrenatural, así como la referencia constante a lo concreto sensible, a la protección y en cierto modo a la predicción.
Existe, por tanto, en lo anteriormente expresado un “sentido práctico o una lógica práctica, que con frecuencia se organiza sobre la base de, los múltiples aspectos de la realidad y cuya especificidad reside precisamente en su estructura temporal” [v]
Es esto, en sentido general, lo que confiere a esta etapa, para los espiritistas de cruce, su carácter transitorio, necesario, impredecible, de pruebas a la condición humana, lo cual demanda de ellos una adaptación permanente  como actor social y religioso. Por tal motivo, este período constituye, a su decir, “una etapa de reafirmar principios y ofrecer apoyo al gobierno revolucionario y que el espiritismo dé su aporte para ayudar a la Humanidad”.
La valoración del período de los 90 por parte de la mayoría  de los líderes y dirigentes cordoneros, muestra una heterogeneidad de criterios, que apunta hacia el  tercer grupo propuesto anteriormente.

Estas diferencias significativas dio como resultado dentro de este grupo:
1. Los que en su crítica se refieren a una rememoración y reconstrucción del pasado, al realizar comparaciones con etapas anteriores.
2. Los que a través de su crítica realizan una exposición de los problemas que le conciernen en el plano personal a partir de las experiencias vividas en las diferentes etapas del proceso revolucionario.

Para ambos casos tendremos presente la posición social que ocupaban en la estructura de poder vigente  en los primeros años del triunfo. Una parte de estos refieren que “la etapa actual es muy difícil, más que la de los primeros años  de la Revolución”; otros, en cambio, reconocen las dificultades, pero al compararla con años anteriores argumentan que “nunca como antes, ni aún en los inicios del 59”. La primera referencia corresponde a individuos que tenían un cierto status social y poder económico, mientras que la segunda representa al sector más beneficiado después del triunfo revolucionario.
Se desprende de las valoraciones de la etapa actual por este grupo, un breve análisis, desde sus concepciones, de la estructura generacional del país antes y después del 59. Para estos entrevistados la generación inmersa en la situación actual y que ha tenido la experiencia de dos sociedades diferentes: - la del régimen batistiano y la socialista -, “posee muchos años de trabajo duro y en condiciones difíciles y actualmente se siente cansada”. Ellos no ven materializado el fruto de su labor al plantear: “siempre hemos sido trabajadores, pero se trabaja y no se obtienen las cosas esenciales que necesitamos, todo es muy caro”.
Las relaciones intergeneracionales en tal situación también entran en conflicto. Observan,  por su parte, una disminución de la actividad social en cada generación respecto a etapas anteriores. En términos concretos la siguiente referencia es reiterativa: “en los inicios de la Revolución había una generación con muchos más bríos, deseos de hacer (…) ahora es un desamor a todo, al trabajo, a los padres, a la escuela y hasta el país”.
Para estas consideraciones que parten de la subjetividad de estos creyentes se ha tenido en cuenta que “todo el trabajo de la memoria y toda producción del pasado se lleva a cabo desde las condiciones actuales o presentes del entrevistado y de su información; jugando un papel interpretativo determinante...” [vi]
La estructura de la memoria colectiva en estos sujetos, evidencia relecturas  y reconstrucciones del pasado, a las cuales la mayoría se aferra para comparar y dar continuidad a lo que al nivel de conciencia cotidiana se torna más vivencial: la significativa modificación de sus condiciones de vida y las transformaciones en el sistema de valores de los grupos humanos.
Las reflexiones en los jóvenes cordoneros que constituyen líderes dentro de su grupo, parten de la valoración de los problemas cotidianos que le afectan como individuos inmersos en esta sociedad. Efectúan comparaciones respecto a las diferentes etapas por las que ha atravesado el proyecto social llevado a cabo por la Revolución y les ha tocado vivir, pronunciando de forma crítica sus opiniones acerca del presente.
En tal sentido, en el plano socio- económico refieren los niveles de bienestar material alcanzados en el modo de vida de la población cubana; el rol protagónico de diferentes sectores sociales que anteriores al 59 eran los más desposeídos y discriminados; así como las expectativas creadas sobre todo en el sector juvenil en cuanto a la satisfacción de necesidades e intereses propios de la edad.
La crítica del período de los 90 parte en ver desdibujado todos los proyectos que las etapas anteriores formaron en la conciencia social de este sector poblacional. En la mayoría de los jóvenes entrevistados el presente es incierto e imprevisible y el futuro “que promete el plano terrenal” es una ilusión por demás amenazante.
En esta línea los jóvenes espiritistas cordoneros refieren haber encontrado un fuerte apoyo en la creencia y práctica del espiritismo de cordón para soportar con “resignación las penas de esta vida terrenal” y “no rebelarse” ante los problemas de tipo social que afectan su vida personal.
En general, tienen una visión pesimista en cuanto a encontrar soluciones que indiquen una mejora o esperanza de cambio. Han interiorizado fuertemente uno de los postulados de la doctrina kardeciana, que parte de que la felicidad verdadera se encuentra fuera de este mundo; es decir, sólo es posible en el plano o mundo espiritual hacia el cual el hombre debe encaminar su progreso. No obstante, este grupo de jóvenes  dejó entrever su compromiso con el proyecto revolucionario y el deseo de hacer y pensar en aras del bienestar social, pues según sus criterios “aún se pueden aliviar las vicisitudes del ser humano en este su paso por la existencia terrenal”.

La adaptación de los líderes y dirigentes espiritistas cordoneros a la situación actual deja entrever un cierto conformismo y resignación con lo que materialmente han adquirido en su vida; a lo que son como personas en su rol profesional y familiar. Constituye esto una limitante en su comportamiento ético social. Sin embargo, en el aspecto espiritual se evidencia una exigencia constante de autoperfeccionamiento tanto como creyente, como médium y actor social en el deseo de lograr “aliviar a la sociedad de la incomodidad provocada por comportamientos individuales difíciles entre sus miembros” en palabras de un cordonero.
Estas valoraciones sobre la naturaleza de los cambios que tienen lugar en el plano socioeconómico, expuestas por líderes y dirigentes espiritistas de las diferentes manifestaciones prácticas, reflejan como la situación actual opera desestructurando y reestructurando el pasado, el presente y con ello lo cotidiano. A la par, que estimula el uso de su práctica como un recurso simbólico para expresar, distintas opciones y posibilidades ante determinados aspectos de los numerosos y variados conflictos en los que viven inmersos, lo cual en definitiva refuerza la estructura social y el papel activo de estos sujetos en la sociedad.

– Proyección social y religiosa. Búsqueda de espacio social.
Siguiendo la línea de F. Houtart en el análisis de las entrevistas hemos tenido en cuenta lo que este autor propone en su definición de espacio social: “posibilidad de producir un sentido que sobrepase las fronteras de la salvación individual y la posibilidad de actuar sobre la organización colectiva, la sociedad”[vii] , y le añadimos como elemento que caracteriza  el quehacer de esta expresión religiosa en el contexto social de nuestro país, el espacio que este sistema de creencias y prácticas se ha conferido dentro de la sociedad cubana.
La sociedad ha aceptado y asimilado, en sentido general, el espacio que este sistema de creencias espiritistas ha ocupado dentro de ella. Por ejemplo, en zonas rurales cubanas, donde se ha reportado que el sector campesino en su mayoría  no está vinculado a una expresión religiosa determinada, existe entre ellos, aunque discretamente una escasa actividad de las organizaciones religiosas con una mayor influencia del espiritismo[viii]. Por su parte, la religiosidad prevaleciente en nuestra población se caracteriza por tener creencias asociadas a las  prácticas que reflejan sus ideas religiosas sobre la muerte, las curaciones mágicas, el contacto con los espíritus, rezos y ceremonias, como vía para solucionar problemas[ix].
Esta posibilidad de producir sentido más allá de la expresión religiosa misma ha tenido en cuenta la definición de misiones y finalidades concretas de los actores sociales que la conforman. Reflejan la interrelación que existe entre las condiciones sociales de vida y las representaciones religiosas.
La concepción de los líderes y dirigentes para ejercer sus misiones religiosas está en dependencia de los intereses de los grupos, según sus diversas manifestaciones. Al tomar como ejemplo un entrevistado de cada modo de manifestación veremos cómo, aunque se mantiene la misma proyección de apertura hacia la sociedad, el interés y el tipo de espacio a necesitar para ofrecer asistencia social, desde el punto de vista religioso, varía:
Al respecto, un entrevistado científico señala: “Prioritaria la enseñanza de la reencarnación y con ella el karma. Es necesario saber que cualquier acto que se realice en la vida terrenal tendrá una consecuencia negativa o positiva cuando se vuelva a reencarnar”.
Un cordonero por su parte respondió: “Ayudar a la Humanidad a depurarse de sus errores y faltas de sus anteriores existencias. Elevación espiritual. Ayudar, enseñar a los médiums a laborar con sus espíritus protectores. Ayudar al prójimo”. Puntualizando. “Prioritarias todas, pues, todas encauzan al hombre por el sendero del bien y lo preparan para la verdadera vida”.
Por su parte, un espiritista cruzado afirmó: “…ofrecer la caridad al ser humano necesitado. De aquí la gente sale con una solución, un camino. Orientar, aconsejar por la palabra del muerto, al hermano que asiste”.
Como se observa, estas opiniones misioneras de líderes y dirigentes espíritas priorizan la cuestión social desde el punto de vista práctico, lo cual les abre un abanico de posibilidades de aceptación popular al sembrar dudas o esperanzas en un futuro post- mortem. Sin embargo, el criterio más práctico que garantiza un espacio social y aceptación popular corresponde al espiritista cruzado, desde el punto de vista de  atender y comprender los significados de la creencia  para a partir de esta interiorización desentrañar y tratar de buscar soluciones a los problemas.
Espiritistas científicos y cordoneros camagüeyanos entrevistados, mayores de 60 años, estiman como más acentuada en la actualidad, la pérdida de espacio social dentro de la sociedad. Con añoranza recuerdan que antes de 1959 los Centros y  Sociedades confederadas al nivel regional y nacional, tenían establecidos organismos de asistencia social, mediante la creación de cooperativas de auxilio al necesitado, cajas de ahorro para desvalidos, dispensarios médicos gratuitos y casas de beneficencias, entre otras obras caritativas.
En estos momentos buscan ampliar su espacio social. Para ello promueven la creación de bibliotecas públicas con obras espíritas, la construcción de asilos de ancianos, la fundación de colegios espíritas para difundir la cultura a partir de los principios del espiritismo kardeciano, la creación  de museos espíritas conteniendo obras artísticas de inspiración mediumnímica, y de un boletín para difundir los principios doctrinales del espiritismo; así como  organizar visitas a penitenciarias y reclusorios para llevar consuelo  espiritual a los presidarios, en aras de buscar su confortación en el cumplimiento de sus pruebas terrenales.
Reflexionando sobre este particular, se hace necesario aclarar que este modo de funcionamiento asistencial del espiritismo en Cuba fue un elemento que caracterizó a tipos de creyentes espiritistas que autopromovían su imagen en el ámbito social y con ello también a su agrupación ganando prestigio y publicidad, cuestión esta que no sucedía con las prácticas más populares del espiritismo. Retomar esta postura, en la actualidad, no significaría un retroceso en la historia del espiritismo en Cuba, sino construir una nueva fase histórica adecuada a nuestro contexto social, por cuanto las funciones no serían las mismas a cumplir.
En estos tiempos cuando se vive en período de crisis y carencias  lo que más agobia a la población, independientemente de los problemas materiales, es la falta, por un lado, de espiritualidad, y, por otra, de una visión del futuro vinculada al destino de la Humanidad, pero con una referencia trascendental.
Retomar un funcionamiento asistencial, como añoran algunos dirigentes espíritas científicos y cordoneros, en especial camagüeyanos, significaría ofrecerle la oportunidad a este sector religioso – recuérdese que a los cristianos se les ha concedido - de producir a escala social lo que  Houtart denomina “utopía necesaria”. En el sentido de crear en unos y reforzar en otros “una visión del futuro que motiva un compromiso total, a la cual el individuo se consagra y por la que puede hasta dar su vida.” [x]
Mientras algunos dirigentes espíritas se pronuncian de este modo hacia el interior de la sociedad procurando de los órganos competentes autorización para crear espacios sociales[xi], otros con aspiraciones más modestas, –especialmente cruzados y una parte de los cordoneros,- cuyas prácticas han sido motivadas por la búsqueda de solución a problemas de enfermedad y mejoramiento individual, definen que el propósito logrado en la actividad cultual es lo que determina el prestigio del médium –en este caso líder o dirigente- y le proporciona un espacio mayor dentro de la sociedad.
En tal sentido, las consultas individuales se han convertido en servicios regulares en las cuales el médium “recibe” diversos espíritus que le aconsejan sobre determinados problemas personales que afectan a los asistentes. De esta forma, ejercen una función tranquilizadora, consoladora y curativa,  para el sujeto que recibe la caridad, aspecto este que le proporciona al médium determinado prestigio y la sensación de estar poseído por un conocimiento trascendental, al entrar en contacto, a través del trance, con “su entidad sobrenatural” –muerto o espíritu que lo asiste-. Esto promueve aceptación popular y una repercusión social espontánea, sólo mediada por la categoría necesidad en su acepción más amplia.
Otro rasgo concatenado con lo anterior reside en el sentido y finalidad que estos líderes y dirigentes cruzados le dan a su vida personal, en cuanto satisfacción espiritual. Esto le proporciona ofrecer un servicio de caridad asistencial individualizada como necesidad natural en la búsqueda de una armonía entre sus sentimientos particulares y el de sus semejantes.
De tal suerte, estos significantes convierten la práctica ritual del médium en un mecanismo compensatorio para elevar la autoestima de los sujetos que acuden a él. En tal sentido, podemos afirmar que estos creyentes construyen cada día su propio espacio social a partir de su propia condición social, aspecto este que los hace funcionar con una autonomía individual, grupal y sin buscar o proponerse entre sus objetivos el apoyo oficial del Estado.
La concepción de búsqueda de espacio social difiere entre unos y otros líderes y dirigentes espíritas que conforman los disímiles grupos que conforman el espiritismo cubano, así como la forma que utilizan para la producción y generación de nuevos sentidos. Esto provoca que se desarrollen dos líneas de pensamiento y proyección social diferentes al interior del espiritismo en Cuba: una que  añora el resurgimiento de una organización nacional para, por su intermedio, crear espacios sociales legales u oficiales. Iniciativa  ésta, a nuestro juicio, que está permeada por la difícil situación que está atravesando el país y la búsqueda de salidas, para algunos, económicas y materiales fuera del perímetro nacional, que más que una organización de carácter religioso se convertiría en una ONG o empresa mixta por el plan  de propuesta que se propone de buscar en el exterior recursos para su implementación.
La  otra  prefiere  seguir imprimiéndole su sello particular a la forma de ejercer las prácticas rituales, antes que regirse por determinados códigos, patrones o normas que les sean establecidos por una organización nacional. Para evitar la pérdida del espacio social, de cierto modo espontáneo, que la sociedad le ha conferido y que forma parte de la religiosidad cubana, tanto urbana como rural.
A pesar de estas dos tendencias respecto a la creación de una o más organizaciones nacionales, existe consenso entre ellos de que, dadas las condiciones actuales en nuestro país,  y la historia del espiritismo durante estos 40 años de revolución no existen condiciones objetivas y subjetivas por el momento, para que un hecho de tal envergadura se pueda producir.

Notas



[i] Este trabajo forma parte del resultado de investigación culminado en 1998 “Pensamiento social espiritista cubano en los 90” el cual integra el Proyecto Religión y Cambio Social (PRECAS) Proyecciones Sociopolíticas de jerarquías y élites religiosas llevado a cabo por el Departamento de Estudios Sociorreligiosos (DESR).

[ii] Véase Yalexy Castañeda Mache  e Ileana Hodge Limonta, Espiritismo Cruzado. Creencias y símbolos en la práctica ritual, (inédito), LaHabana, 1998

[iii] Al respecto, se pudo constatar que el grado de elaboración de sus respuestas no sólo estuvo asociado a un determinado nivel cultural o de escolaridad en sentido general. Por otra parte, la pertenencia a una u otra práctica espirita actúa también como un componente que influye en la estructuración de un pensamiento más universal y reflexivo, en dependencia de la base doctrinal que sustenta cada una de ellas. Recordemos que existen marcadas diferencias entre el carácter filosófico doctrinal del espiritismo científico y el contenido práctico utilitario de la práctica de cruce.

[iv] Véase Ileana Hodge y Minerva Rodríguez, Modos de manifestación del espiritismo en Cuba, informe de investigación, DESR, Fondo del CIPS, La Habana, 1995.

[v] J. Sánchez- Parga, La Observación, la Memoria y la Palabra en la investigación social, CAAP, Quito- Ecuador, 1989: 144

[vi] Ibíd: 83

[vii] François Houtart, Sociología de la Religión, Nicaragua: Ediciones NICARAO, 1992: 115.


[viii]  Véase Creencias y prácticas religiosas en zonas rurales, informe de investigación DESR, La Habana, 1988.


[ix] Colectivo de Autores, La conciencia religiosa. Características y formas de manifestarse en la sociedad cubana, DESR, (inédito), La Habana, 1993.


[x]  François Houtart, ob. cit.: 71


[xi] Se pueden mencionar los centros “Luring Estela” y “Buscando Luz” de Camagüey; “La Casa de los Espiritistas” de Ciudad Habana y de Guantánamo “Estudios Psicológicos Amor a Dios” y “Sociedad de Estudios Psicológicos Guía de Jesus”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario