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Notas de la Sociedad Espiritista Cubana
El ESPIRITISMO
CUBANO EN LOS 90[i].
Autoras: Ileana
Hodge Limonta
Yalexy
Castañeda Mache
Centro
de Investigaciones Psicológicas y Sociológicas, CIPS.
Resumen: El
espiritismo cubano es una de las expresiones religiosas que ha tenido una
notable acogida entre diferentes sectores de la población en Cuba. En sus diversos modos de manifestaciones prácticas se advierten costumbres,
concepciones, tradiciones y características de la idiosincrasia de nuestro
pueblo. Explicar y esclarecer su
comportamiento actual, así como las principales problemáticas que se plantea el
espiritismo en relación con los cambios sociales ocurridos en Cuba es propósito
fundamental en la presente entrega.
Alcanzar
conocimiento y comprensión sobre sí mismos; entender al prójimo, su evolución y
desenvolvimiento; confraternizar; buscar soluciones en conjunto con el objetivo
básico de lograr el mejoramiento progresivo de la humanidad, a partir del
mejoramiento individual en busca del desarrollo moral e intelectual, son algunos
de los problemas fundamentales que el espiritismo cubano aborda
actualmente.
En este sentido,
nuestro artículo versa sobre el análisis de dos problemáticas que para líderes y
dirigentes espiritistas tienen diferentes grados de asimilación y niveles de
respuestas en correspondencia con sus proyecciones sociorreligiosas. Uno, aborda aspectos de la realidad
socioeconómica desde la perspectiva religiosa de ese actor social y el otro, se
relaciona con la posibilidad de ampliación y desarrollo de un espacio social
específico para este tipo de creyente.
Cuando se habla de líderes y
dirigentes en el espiritismo, ha de tenerse en cuenta aquel sujeto, que realiza
diversas funciones al interior del grupo religioso. Al respecto, debemos referir
que el liderazgo es un elemento importante al interior de la estructura de los
grupos espíritas y su existencia y funcionamiento está
determinada por necesidades objetivas y subjetivas de
los miembros. De todos modos, las categorías líder y dirigente no son
excluyentes. En el caso del espiritismo cubano, pueden coincidir en una misma
persona.
La labor del dirigente es
destacada, dinámica y creativa. Su
personalidad es fuerte, extrovertida y carismática, condición que le convierte
en voz de mando y organizador de la forma de realizar el ritual. Es orientador y
guía espiritual por excelencia. Expositor de ideas, valoraciones, opiniones,
normas de conducta y al mismo tiempo oyente del grupo. Es quien delimita los
espacios religiosos y quien de forma normativa conduce al grupo. Su función es
impositiva por naturaleza, y aceptada
voluntariamente por el colectivo, por su capacidad comunicativa y credibilidad
cognitiva religiosa. Este creyente es denominado médium
cabecero.
Existe otro tipo de sujeto
que también se destaca al interior del grupo como dirigente por su capacidad
organizativa, disciplina, responsabilidad, seriedad y acometimiento dentro del
colectivo, que es el médium director. Sus funciones se pueden caracterizar como
lego- administrativas, por cuanto es él, quien en caso de agrupaciones con mayor
nivel de estructuración y organización, llevará el control de la membresía, las
finanzas, las actas de las reuniones y las relaciones legales con el Estado
–léase Registro de Asociaciones, organismo al cual debe rendir cuenta-. Se
encarga además de la reparación del Centro, limpieza y organización del local de
culto y de la custodia de los bienes religiosos y la disciplina. Su labor
religiosa se desarrolla en estrecha coordinación con el médium cabecero en
cuanto a toma de decisiones y determinaciones.
Dentro de esta expresión
religiosa existen, además, creyentes que, sin ocupar cargos en el grupo se
destacan y son reconocidos por sus colegas como médium de prestigio. Por la
capacidad que demuestran durante la práctica ritual, duplican su participación en el culto y
encarnan, durante el proceso de trance, espíritus de “mucha luz”, que a decir de
algunos, son “seres fallecidos con un pasado terrenal ilustre en cualquier
esfera de la vida o con alguna formación intelectual” o, como dirían otros, “cogen muertos duros”. Dichos muertos
o espíritus transmiten por su intermedio opiniones consideradas veraces por el
individuo consultado, quienes dicen sentir un clima de paz, tranquilidad y
sosiego, al tiempo que le adjudican el medium fama,
credibilidad y procura entre los asistentes al culto. Este médium es consultado
también por el médium cabecero y el director para la toma de alguna decisión
importante y es, además, quien en
ocasiones, en caso de alguna eventualidad, sustituye al médium cabecero. A este
tipo de creyente, por el rol destacado que desempeña al interior del grupo,
denominamos líder.
Es por ello seleccionamos
como unidades de análisis a líderes y
dirigentes espiritistas de las diversas manifestaciones prácticas que actúan en
nuestro país, por ser sujetos de este proceso social y, a la vez, constituir los
principales agentes promotores del cambio al nivel de su grupo religioso y de un
pensamiento social y religioso en continua formación y confrontación, -como
patrón referencial-, con la realidad.
Particularizar sobre estas
problemáticas –aspectos socioeconómicos y el espacio social religioso-, hace
factible conocer las proyecciones que se derivan de los lineamientos generales
de esta expresión religiosa, los que adquieren el sentido y significado que le
confiere la totalidad significante, o sea, la lógica socio- cultural e histórica
de la sociedad a la que pertenece.
A modo de
recuento histórico social.
Como expresión
religiosa, a través de su historia en diferentes épocas, el espiritismo ha
demostrado características singulares que le ha permitido adaptarse al contexto
social. Por ejemplo a finales del siglo pasado, cuando fue introducido en
nuestro país, a los ojos de sus simpatizantes se concibió como una alternativa
religiosa, moderna y liberal, sobre todo entre aquellos cubanos no comprometidos
con el régimen colonial español y que, directa o indirectamente, participaron en
las gestas independentistas.
En la etapa que se
corresponde con el período neocolonial, momento que se
puede clasificar como de expansión y afianzamiento, el espiritismo, que aunque
nunca ha llegado a ser una expresión religiosa institucionalizada, conformó una
organización de carácter nacional con representación de la pequeña burguesía
urbana y rural e intelectuales que formaban uno de los núcleos principales de la
estructura socioclasista de este período. A estos
espiritistas se les denominó científicos o de mesa.
No se puede decir que el
espiritismo en Cuba se quedó al nivel de estas clases. El mismo, por abarcar un
amplio espectro religioso que puede ser utilizable por los creyentes en función
de resolver problemas de diferentes índoles, alcanzó difusión y arraigo entre
los sectores más pobres y desposeídos, convirtiéndose en un medio asequible y
poco complicado para canalizar y tratar de dar solución a diversos tipos de
situaciones. En este sentido, estos grupos conforman las variantes más
popularizadas del espiritismo cubano, es decir, el cordón y el
cruzado.
En la actualidad, el
creyente espírita cubano se caracteriza no sólo por ser un ente socialmente
activo; sino, también, un sujeto con cierto grado de satisfacción espiritual y
material ante la vida, por cuanto lo importante para él no es la valoración
social que se pudiera tener sobre sus
creencias y prácticas, sino la
satisfacción que siente como individuo religioso.
Todo esto ha sido, entre
otras razones, a:
-
La posibilidad de comunicación espiritual
que ofrece esta manifestación religiosa al sujeto creyente. Comunicación que se
establece entre el médium y los espíritus.
-
La ausencia de un clero profesional que
dependa de organismos centrales de dirección y de una dogmática u ortodoxia
determinada.
-
La viabilidad que le ofrece un culto no
costoso que se desarrolla con una dinámica de roles
intercambiables.
-
La vinculación que tiene esta expresión
religiosa con otras que conforman el cuadro religioso cubano y la posibilidad
que tiene este tipo de creyente de tener sentido de pertenencia a otras
manifestaciones, principalmente de origen africano.
En esta década, como
resultado de los acontecimientos económicos que nos afectan de modo directo
producto del período especial por el que está atravesando nuestro país, desde el
punto de vista espiritual se produce una extroversión de la conciencia
religiosa. Ello se debe a las consecuencias negativas que ha producido la crisis
en todas las esferas de la vida, que incide en la subjetividad de los individuos
como reflejo de las necesidades cotidianas.
Si tenemos en cuenta las
modificaciones en la estructura social con la inversión de su pirámide y el
desajuste en la escala de valores con un alto costo social por efecto de cambios
de valores, actitudes y conductas, nos percatamos que la religión, sobre todo a
finales de este lustro retoma con mucha fuerza su función protectora, por cuanto
en ella no sólo se busca consuelo, sino también ideales de vida. Es utilizada
como búsqueda, en algunos casos y reforzamiento de valores espirituales, en
otros.
El espiritismo a la luz de
estos acontecimientos se ha ido estructurando en grupos de autocontrol. Sus
agrupaciones por intermedio de los líderes y dirigentes, encargados de la
práctica ritual y de la mantención y reproducción de
las creencias, le brindan la posibilidad a sus adeptos de canalizar los
problemas que más le afectan en la vida, a través del culto, mediante el trance,
la interpretación de sueños o acontecimientos fortuitos.
A partir de esto, se produce
una línea de pensamiento que tiene como objetivo llevar a cada miembro del grupo
una búsqueda introspectiva de sus errores para poder mostrar valores. Se trazan
misiones y el ritual en esta expresión religiosa se convierte en una práctica de
tipo concreto sensible por los problemas que a través de ella se buscan
canalizar, en los que se conjugan necesidades y
satisfacciones.
Problemas sociales, de
índole material, de salud o familiares objetivamente existentes, sobre todo en
la actualidad, aparecen reflejados como preocupaciones latentes en los
espiritistas cubanos, aún cuando refieran que estos temas no son objeto de sus
reflexiones dentro de la práctica espiritual, principalmente, los de carácter
económico.
Por otra parte, los espacios
sociales que antes ocupaban agrupaciones espíritas
denominadas científicas y algunos grupos cordoneros que tenían cierta influencia
en determinadas zonas o estructuras de la sociedad, fueron cubiertos por el
gobierno, el Estado o por nuevas instituciones sociales creadas específicamente
para tales fines.
Al respecto, estos líderes y
dirigentes se proyectan por la recuperación del
espacio social alcanzado antes de 1959. En el caso concreto del momento
en que se vive, esta añoranza se proyectaría como la adquisición de un nuevo
espacio social para poder desplegar sus misiones. Refieren al respecto, que
muchos centros que hoy existen se han conformado al calor de la sociedad cubana
actual, por lo que necesitan retomar la concepción de caridad en sentido
misionero, es decir, visitar enfermos y personas necesitadas para brindar ayuda
como realizaban antiguamente.
- Análisis de aspectos
económicos y sociales en el contexto actual.
La revisión de expedientes
de centros o Sociedades espíritas de corte científico
y cordón, que funcionaron desde 1902 hasta los primeros años de la década del
60, en provincias como Camagüey, C.
Habana y Santiago de Cuba, evidenció que los primeros artículos del Reglamento
por los cuales debían regirse estaban dedicados a prohibir aspectos de tipo
económico y político dentro de la actividad religiosa. Como ejemplo tomamos el
artículo 1 del Reglamento del Centro de Estudios Psicológicos, fundado en 1902
en la ciudad de Camagüey en el cual se refiere que: “Las cuestiones políticas de
controversia religiosa y de economía social están
prohibidas”.
Tal particular, reiterativo
en los expedientes consultados, nos lleva a pensar que el pensamiento
espiritista cubano de la actualidad se ha conformado bajo tales lineamientos,
internalizándose tal prohibición en la subjetividad de
sus máximos representantes, encargados de orientar la práctica espírita.
Esta reflexión no incluye
los practicantes del espiritismo cruzado. Al respecto cabe una diferenciación:
los cruzados nunca han estado adscritos a reglamentos, ni han institucionalizado
sus creencias y prácticas por lo que tal particular no es motivo de prohibición.
La dinámica e intereses de su actividad cultual[ii]
se mezcla más con las vivencias y problemas cotidianos
de los creyentes, por lo tanto no hay prohibiciones sobre esos aspectos y no es
interés de análisis, pero ello, no obstante, no resta que indirectamente las
valoraciones sobre problemas socioeconómicos y sociopolíticos estén
presentes.
La representación y
simbolismo que se desprende de la actividad cultual en las tres manifestaciones
prácticas del espiritismo cubano le
permite al creyente; sea o no, líder o dirigente, integrar situaciones
discrepantes presentes en la vida cotidiana de la sociedad dentro de una
totalidad significativa que los explica y justifica. Es el modo mediante el cual
pueden reajustar valores y normas de conducta, legitimar los problemas sociales
y económicos, - sobre todo en estos tiempos -, a partir de su creencia y
establecer una visión de futuro que trascienda la finitud de su existencia
individual.
Al respecto,
líderes y dirigentes espíritas realizan una
caracterización, comparación, crítica y justificación del período de los 90, al
señalar las amplias repercusiones que a escala social han tenido las nuevas
transformaciones, sobre todo en lo económico. Actualmente se identifican tres
grupos según el grado de elaboración de sus respuestas en los cuales se acentúan
las características socio- culturales y educacionales de cada uno de los
sectores sociales que integran las diferentes manifestaciones prácticas del
espiritismo[iii].
El primer grupo reflexiona
sobre la situación actual de la sociedad cubana en comparación con la situación
internacional. El mismo tiene como máximos exponentes a los líderes y dirigentes
del espiritismo científico y un reducido número de cordoneros, principalmente de
las provincias de Cienfuegos y Camagüey.
En estos resultó reiterativo la frase: “nosotros somos un país
privilegiado”.
Al respecto, valoran la
crisis financiera que afecta tanto a países desarrollados como subdesarrollados.
Mencionan el deterioro de la economía mundial; los desafíos de las nuevas
realidades que el mismo hombre ha creado por su ambición material, el aumento de
la pobreza; el desempleo; la violencia; la desigual distribución de las
riquezas; el abandono de la responsabilidad social ante la salud, educación y la
mercantilización de las creencias y derechos propios del
hombre.
En cuanto al contexto
cubano, reconocen la situación de crisis, las carencias materiales, señalan la
inestabilidad económica, la carestía de muchos productos en el mercado, pero
refieren que en el plano social estas afectaciones no tienen igual incidencia
que en otros países, pues el gobierno revolucionario no ha descuidado tal
aspecto. Confían en la búsqueda de alternativas favorables al pueblo llevadas a
cabo por los máximos dirigentes de la Revolución. El período especial para ellos
es “impuesto por las circunstancias externas” y “una etapa necesaria por la que
el país debía pasar”. En Cuba, al decir de una entrevistada, “se da prioridad a
las necesidades esenciales del ser humano: la salud, la alimentación, la
tenencia de un trabajo decoroso y la educación, aspectos tan necesarios al
espíritu”.
Existe consenso en cuanto a
que la insatisfacción mostrada por muchas personas ante la vida radica “en el
sentido desmedido de lo material”,
valoran la cantidad de cosas a tener y
no su aspecto cualitativo; así como al “no reconocimiento de que el
espíritu del hombre puede conformarse
con poco, si en todo lo que hace lleva el amor
y la paz de espíritu”.
La reflexión de estos
líderes y dirigentes científicos y cordoneros también se extiende hacia una
crítica de la cultura del consumo que actualmente prolifera a escala mundial y
afecta a nuestro país. A la par, condenan el comercio, a nombre de la ciencia
espírita, en cualquier forma que se ejerza. Señalan que actualmente se edita en
el mundo literatura que habla del
“existir del espíritu”, pero lejos de proporcionar enseñanzas son falsedades que
contribuyen al oportunismo.
Con relación a líderes y
dirigentes del espiritismo cruzado, el resultado del análisis apuntó hacia el
segundo grupo señalado en el cual se realiza una critica interna de las repercusiones que a escala social ha
traído consigo la etapa actual de crisis. De modo general, podemos decir que
estos creyentes valoran la situación actual a partir de sus propias experiencias
personales y también por las vivencias e interpretaciones que sus consultantes
refieren en las sesiones, tanto individual como colectiva. Es válido aclarar que
los asistentes a éstas suelen ser personas
cuyo interés central es resolver determinados conflictos o
preocupaciones, por lo que resultan secundarios los intereses cognitivos y la
aprehensión de una concepción espiritista para explicar un conjunto diverso de
hechos y fenómenos de la vida[iv].
Los representantes del
espiritismo de cruce, señalan de esta etapa las dificultades que más repercuten
en su vida como sujeto social, buscando para ellas soluciones dentro del campo
religioso. Es lógico considerar que estos creyentes se ubican, principalmente,
en la zona oriental, y en particular en
la provincia de Guantánamo, la de menor desarrollo económico del país,
juntamente con condiciones de aislamiento y zonas de difícil acceso. Esto
favorece las concepciones mágicas y supersticiosas, y el recurso de lo religioso
en tanto solución sobre bases empíricas y utilitarias.
Los líderes y dirigentes de
esta práctica resaltan los aspectos
negativos que trae consigo la situación de período especial señalando: las
carencias materiales, el elevado costo de los artículos de primera necesidad,
tenencia de divisas, subvaloración de la moneda
nacional, uso de las religiones como medio de subsistencia y lucro personal,
prostitución del cuerpo, entre los principales; los que a su decir, derivan en
nuevos problemas con los cuales la sociedad y el gobierno ha de enfrentarse,
tales como: situaciones de conflictos entre los seres humanos, desigualdades
sociales, división en la familia, emigraciones buscando mejoras de vida,
delincuencia, negociantes, oportunistas, cobro de consultas espirituales, misas
y curaciones a precios elevados, religiones que ofrecen lo material para ganar
adeptos y pérdida o subestimación de lo cubano, de lo autóctono, al darle
preferencia a lo extranjero.
Por estas mismas razones,
estos espiritistas cruzados refieren tener presente los aspectos positivos que
se pueden sustraer de estas nuevas condiciones que son “desconocidas por la
nueva sociedad creada por Fidel desde el 59”. Los mismos se pueden enunciar
como, la reconsideración de este sujeto como actor social y religioso, con su
diversidad de creencias y prácticas que los constituyen como tales, y el efecto
de su práctica en la realidad social. Es decir, para éstos los cambios que
operan en el sistema social propician de cierta forma su reconocimiento: “se
comienza a atender al espíritu o muerto para prosperar y desarrollarse”. Con
ello la labor del espiritista cruzado se incrementa y juega un rol importante
dentro de la sociedad. Se dan a conocer y ofrecen ayuda “espiritual al hombre en
busca de mejorar su vida presente”.
En las condiciones del
período especial, acompañado de un reavivamiento religioso, esta modalidad
práctica del espiritismo es de las que más incremento reporta precisamente por
su vinculación a los problemas y su solución con apoyo a lo sobrenatural, así
como la referencia constante a lo concreto sensible, a la protección y en cierto
modo a la predicción.
Existe, por tanto, en lo
anteriormente expresado un “sentido práctico o una lógica práctica, que con
frecuencia se organiza sobre la base de, los múltiples aspectos de la realidad y
cuya especificidad reside precisamente en su estructura temporal” [v]
Es esto, en sentido general,
lo que confiere a esta etapa, para los espiritistas de cruce, su carácter
transitorio, necesario, impredecible, de pruebas a la condición humana, lo cual
demanda de ellos una adaptación permanente
como actor social y religioso. Por tal motivo, este período constituye, a
su decir, “una etapa de reafirmar principios y ofrecer apoyo al gobierno
revolucionario y que el espiritismo dé su aporte para ayudar a la
Humanidad”.
La valoración del período de
los 90 por parte de la mayoría de los
líderes y dirigentes cordoneros, muestra una heterogeneidad de criterios, que
apunta hacia el tercer grupo propuesto
anteriormente.
Estas diferencias
significativas dio como resultado dentro de este
grupo:
1.
Los que en su
crítica se refieren a una rememoración y reconstrucción del pasado, al realizar
comparaciones con etapas anteriores.
2.
Los que a
través de su crítica realizan una exposición de los problemas que le conciernen
en el plano personal a partir de las experiencias vividas en las diferentes
etapas del proceso revolucionario.
Para ambos casos tendremos
presente la posición social que ocupaban en la estructura de poder vigente en los primeros años del triunfo. Una parte
de estos refieren que “la etapa actual es muy difícil, más que la de los
primeros años de la Revolución”; otros,
en cambio, reconocen las dificultades, pero al compararla con años anteriores
argumentan que “nunca como antes, ni aún en los inicios del 59”. La primera
referencia corresponde a individuos que tenían un cierto status social y poder
económico, mientras que la segunda representa al sector más beneficiado después
del triunfo revolucionario.
Se desprende de las
valoraciones de la etapa actual por este grupo, un breve análisis, desde sus
concepciones, de la estructura generacional del país antes y después del 59.
Para estos entrevistados la generación inmersa en la situación actual y que ha
tenido la experiencia de dos sociedades diferentes: - la del régimen batistiano y la socialista -, “posee muchos años de trabajo
duro y en condiciones difíciles y actualmente se siente cansada”. Ellos no ven
materializado el fruto de su labor al plantear: “siempre hemos sido
trabajadores, pero se trabaja y no se obtienen las cosas esenciales que
necesitamos, todo es muy caro”.
Las relaciones
intergeneracionales en tal situación también entran en conflicto. Observan, por su parte, una disminución de la actividad
social en cada generación respecto a etapas anteriores. En términos concretos la
siguiente referencia es reiterativa: “en los inicios de la Revolución había una
generación con muchos más bríos, deseos de hacer (…) ahora es un desamor a todo,
al trabajo, a los padres, a la escuela y hasta el país”.
Para estas consideraciones
que parten de la subjetividad de estos creyentes se ha tenido en cuenta que
“todo el trabajo de la memoria y toda producción del pasado se lleva a cabo
desde las condiciones actuales o presentes del entrevistado y de su información;
jugando un papel interpretativo determinante...” [vi]
La estructura de la memoria
colectiva en estos sujetos, evidencia relecturas y reconstrucciones del pasado, a las cuales
la mayoría se aferra para comparar y dar continuidad a lo que al nivel de
conciencia cotidiana se torna más vivencial: la
significativa modificación de sus condiciones de vida y las transformaciones en
el sistema de valores de los grupos humanos.
Las reflexiones en los
jóvenes cordoneros que constituyen líderes dentro de su grupo, parten de la
valoración de los problemas cotidianos que le afectan como individuos inmersos
en esta sociedad. Efectúan comparaciones respecto a las diferentes etapas por
las que ha atravesado el proyecto social llevado a cabo por la Revolución y les
ha tocado vivir, pronunciando de forma crítica sus opiniones acerca del
presente.
En tal sentido, en el plano
socio- económico refieren los niveles de bienestar material alcanzados en el
modo de vida de la población cubana; el rol protagónico de diferentes sectores
sociales que anteriores al 59 eran los más desposeídos y discriminados; así como
las expectativas creadas sobre todo en el sector juvenil en cuanto a la
satisfacción de necesidades e intereses propios de la
edad.
La crítica del período de
los 90 parte en ver desdibujado todos los proyectos que las etapas anteriores
formaron en la conciencia social de este sector poblacional. En la mayoría de
los jóvenes entrevistados el presente es incierto e imprevisible y el futuro
“que promete el plano terrenal” es una ilusión por demás
amenazante.
En esta línea los jóvenes
espiritistas cordoneros refieren haber encontrado un fuerte apoyo en la creencia
y práctica del espiritismo de cordón para soportar con “resignación las penas de
esta vida terrenal” y “no rebelarse” ante los problemas de tipo social que
afectan su vida personal.
En general, tienen una
visión pesimista en cuanto a encontrar soluciones que indiquen una mejora o
esperanza de cambio. Han interiorizado fuertemente uno de los postulados de la
doctrina kardeciana, que parte de que la felicidad
verdadera se encuentra fuera de este mundo; es decir, sólo es posible en el
plano o mundo espiritual hacia el cual el hombre debe encaminar su progreso. No
obstante, este grupo de jóvenes dejó
entrever su compromiso con el proyecto revolucionario y el deseo de hacer y
pensar en aras del bienestar social, pues según sus criterios “aún se pueden
aliviar las vicisitudes del ser humano en este su paso por la existencia
terrenal”.
La adaptación de
los líderes y dirigentes espiritistas cordoneros a la situación actual deja
entrever un cierto conformismo y resignación con lo que materialmente han
adquirido en su vida; a lo que son como personas en su rol profesional y
familiar. Constituye esto una limitante en su comportamiento ético social. Sin
embargo, en el aspecto espiritual se evidencia una exigencia constante de autoperfeccionamiento tanto como creyente, como médium y
actor social en el deseo de lograr “aliviar a la sociedad de la incomodidad
provocada por comportamientos individuales difíciles entre sus miembros” en
palabras de un cordonero.
Estas
valoraciones sobre la naturaleza de los cambios que tienen lugar en el plano
socioeconómico, expuestas por líderes y dirigentes espiritistas de las
diferentes manifestaciones prácticas, reflejan como la situación actual opera
desestructurando y reestructurando el pasado, el
presente y con ello lo cotidiano. A la par, que estimula el uso de su práctica
como un recurso simbólico para expresar, distintas opciones y posibilidades ante
determinados aspectos de los numerosos y variados conflictos en los que viven
inmersos, lo cual en definitiva refuerza la estructura social y el papel activo
de estos sujetos en la sociedad.
– Proyección social y
religiosa. Búsqueda de espacio social.
Siguiendo la línea de F.
Houtart en el análisis de las entrevistas hemos tenido
en cuenta lo que este autor propone en su definición de espacio social:
“posibilidad de producir un sentido que sobrepase las fronteras de la salvación
individual y la posibilidad de actuar sobre la organización colectiva, la
sociedad”[vii]
, y le añadimos como elemento que caracteriza
el quehacer de esta expresión religiosa en el contexto social de nuestro
país, el espacio que este sistema de creencias y prácticas se ha conferido
dentro de la sociedad cubana.
La sociedad ha aceptado y
asimilado, en sentido general, el espacio que este sistema de creencias
espiritistas ha ocupado dentro de ella. Por ejemplo, en zonas rurales cubanas,
donde se ha reportado que el sector campesino en su mayoría no está vinculado a una expresión religiosa
determinada, existe entre ellos, aunque discretamente una escasa actividad de
las organizaciones religiosas con una mayor influencia del espiritismo[viii].
Por su parte, la religiosidad prevaleciente en nuestra población se caracteriza
por tener creencias asociadas a las
prácticas que reflejan sus ideas religiosas sobre la muerte, las
curaciones mágicas, el contacto con los espíritus, rezos y ceremonias, como vía
para solucionar problemas[ix].
Esta posibilidad de producir
sentido más allá de la expresión religiosa misma ha tenido en cuenta la
definición de misiones y finalidades concretas de los actores sociales que la
conforman. Reflejan la interrelación que existe entre las condiciones sociales
de vida y las representaciones religiosas.
La concepción de los líderes
y dirigentes para ejercer sus misiones religiosas está en dependencia de los
intereses de los grupos, según sus diversas manifestaciones. Al tomar como
ejemplo un entrevistado de cada modo de manifestación veremos cómo, aunque se
mantiene la misma proyección de apertura hacia la sociedad, el interés y el tipo
de espacio a necesitar para ofrecer asistencia social, desde el punto de vista
religioso, varía:
Al respecto, un entrevistado
científico señala: “Prioritaria la enseñanza de la reencarnación y con ella el
karma. Es necesario saber que cualquier acto que se realice en la vida terrenal
tendrá una consecuencia negativa o positiva cuando se vuelva a reencarnar”.
Un cordonero por su parte
respondió: “Ayudar a la Humanidad a depurarse de sus errores y faltas de sus
anteriores existencias. Elevación espiritual. Ayudar, enseñar a los médiums a laborar con sus espíritus protectores. Ayudar al
prójimo”. Puntualizando. “Prioritarias todas, pues, todas encauzan al hombre por
el sendero del bien y lo preparan para la verdadera vida”.
Por su parte, un espiritista
cruzado afirmó: “…ofrecer la caridad al ser humano necesitado. De aquí la gente
sale con una solución, un camino. Orientar, aconsejar por la palabra del muerto,
al hermano que asiste”.
Como se observa, estas
opiniones misioneras de líderes y dirigentes espíritas
priorizan la cuestión social desde el punto de vista práctico, lo cual les abre
un abanico de posibilidades de aceptación popular al sembrar dudas o esperanzas
en un futuro post- mortem. Sin embargo, el criterio más práctico que garantiza
un espacio social y aceptación popular corresponde al espiritista cruzado, desde
el punto de vista de atender y
comprender los significados de la creencia
para a partir de esta interiorización desentrañar y tratar de buscar
soluciones a los problemas.
Espiritistas científicos y
cordoneros camagüeyanos entrevistados, mayores de 60 años, estiman como más
acentuada en la actualidad, la pérdida de espacio social dentro de la sociedad.
Con añoranza recuerdan que antes de 1959 los Centros y Sociedades confederadas al nivel regional y
nacional, tenían establecidos organismos de asistencia social, mediante la
creación de cooperativas de auxilio al necesitado, cajas de ahorro para
desvalidos, dispensarios médicos gratuitos y casas de beneficencias, entre otras
obras caritativas.
En estos momentos buscan
ampliar su espacio social. Para ello promueven la creación de bibliotecas
públicas con obras espíritas, la construcción de
asilos de ancianos, la fundación de colegios espíritas
para difundir la cultura a partir de los principios del espiritismo kardeciano, la creación
de museos espíritas conteniendo obras
artísticas de inspiración mediumnímica, y de un
boletín para difundir los principios doctrinales del espiritismo; así como organizar visitas a penitenciarias y
reclusorios para llevar consuelo
espiritual a los presidarios, en aras de buscar su confortación en el
cumplimiento de sus pruebas terrenales.
Reflexionando sobre este
particular, se hace necesario aclarar que este modo de funcionamiento
asistencial del espiritismo en Cuba fue un elemento que caracterizó a tipos de
creyentes espiritistas que autopromovían su imagen en
el ámbito social y con ello también a su agrupación ganando prestigio y
publicidad, cuestión esta que no sucedía con las prácticas más populares del
espiritismo. Retomar esta postura, en la actualidad, no significaría un
retroceso en la historia del espiritismo en Cuba, sino construir una nueva fase
histórica adecuada a nuestro contexto social, por cuanto las funciones no serían
las mismas a cumplir.
En estos tiempos cuando se
vive en período de crisis y carencias lo
que más agobia a la población, independientemente de los problemas materiales,
es la falta, por un lado, de espiritualidad, y, por otra, de una visión del
futuro vinculada al destino de la Humanidad, pero con una referencia
trascendental.
Retomar un funcionamiento
asistencial, como añoran algunos dirigentes espíritas
científicos y cordoneros, en especial camagüeyanos, significaría ofrecerle la
oportunidad a este sector religioso – recuérdese que a los cristianos se les ha
concedido - de producir a escala social lo que
Houtart denomina “utopía necesaria”. En el
sentido de crear en unos y reforzar en otros “una visión del futuro que motiva
un compromiso total, a la cual el individuo se consagra y por la que puede hasta
dar su vida.” [x]
Mientras algunos dirigentes
espíritas se pronuncian de este modo hacia el interior
de la sociedad procurando de los órganos competentes autorización para crear
espacios sociales[xi],
otros con aspiraciones más modestas, –especialmente cruzados y una parte de los
cordoneros,- cuyas prácticas han sido motivadas por la búsqueda de solución a
problemas de enfermedad y mejoramiento individual, definen que el propósito
logrado en la actividad cultual es lo que determina el prestigio del médium –en
este caso líder o dirigente- y le proporciona un espacio mayor dentro de la
sociedad.
En tal sentido, las
consultas individuales se han convertido en servicios regulares en las cuales el
médium “recibe” diversos espíritus que le aconsejan sobre determinados problemas
personales que afectan a los asistentes. De esta forma, ejercen una función
tranquilizadora, consoladora y curativa,
para el sujeto que recibe la caridad, aspecto este que le proporciona al
médium determinado prestigio y la sensación de estar poseído por un conocimiento
trascendental, al entrar en contacto, a través del trance, con “su entidad
sobrenatural” –muerto o espíritu que lo asiste-. Esto promueve aceptación
popular y una repercusión social espontánea, sólo mediada por la categoría
necesidad en su acepción más amplia.
Otro rasgo concatenado con
lo anterior reside en el sentido y finalidad que estos líderes y dirigentes
cruzados le dan a su vida personal, en cuanto
satisfacción espiritual. Esto le proporciona ofrecer un servicio de caridad
asistencial individualizada como necesidad natural en la búsqueda de una armonía
entre sus sentimientos particulares y el de sus
semejantes.
De tal suerte, estos
significantes convierten la práctica ritual del médium en un mecanismo
compensatorio para elevar la autoestima de los sujetos que acuden a él. En tal
sentido, podemos afirmar que estos creyentes construyen cada día su propio
espacio social a partir de su propia condición social, aspecto este que los hace
funcionar con una autonomía individual, grupal y sin buscar o proponerse entre
sus objetivos el apoyo oficial del Estado.
La concepción de búsqueda de
espacio social difiere entre unos y otros líderes y dirigentes espíritas que conforman los disímiles grupos que conforman
el espiritismo cubano, así como la forma que utilizan para la producción y
generación de nuevos sentidos. Esto provoca que se desarrollen dos líneas de
pensamiento y proyección social diferentes al interior del espiritismo en Cuba:
una que añora el resurgimiento de una
organización nacional para, por su intermedio, crear espacios sociales legales u
oficiales. Iniciativa ésta, a nuestro
juicio, que está permeada por la difícil situación que
está atravesando el país y la búsqueda de salidas, para algunos, económicas y
materiales fuera del perímetro nacional, que más que una organización de
carácter religioso se convertiría en una ONG o empresa mixta por el plan de propuesta que se propone de buscar en el
exterior recursos para su implementación.
La otra
prefiere seguir imprimiéndole su
sello particular a la forma de ejercer las prácticas rituales, antes que regirse
por determinados códigos, patrones o normas que les sean establecidos por una
organización nacional. Para evitar la pérdida del espacio social, de cierto modo
espontáneo, que la sociedad le ha conferido y que forma parte de la religiosidad
cubana, tanto urbana como rural.
A pesar de estas dos
tendencias respecto a la creación de una o más organizaciones nacionales, existe
consenso entre ellos de que, dadas las condiciones actuales en nuestro
país, y la historia del espiritismo
durante estos 40 años de revolución no existen condiciones objetivas y
subjetivas por el momento, para que un hecho de tal envergadura se pueda
producir.
Notas
[i] Este trabajo forma parte del resultado de investigación culminado
en 1998 “Pensamiento social espiritista cubano en los 90” el cual integra el
Proyecto Religión y Cambio Social (PRECAS) Proyecciones Sociopolíticas de
jerarquías y élites religiosas llevado a cabo por el
Departamento de Estudios Sociorreligiosos
(DESR).
[ii] Véase Yalexy Castañeda Mache e Ileana Hodge Limonta, Espiritismo
Cruzado. Creencias y símbolos en la práctica ritual, (inédito), LaHabana, 1998
[iii] Al respecto, se pudo constatar que el grado de elaboración de sus
respuestas no sólo estuvo asociado a un determinado nivel cultural o de
escolaridad en sentido general. Por otra parte, la pertenencia a una u otra
práctica espirita actúa también como un componente que influye en la
estructuración de un pensamiento más universal y reflexivo, en dependencia de la
base doctrinal que sustenta cada una de ellas. Recordemos que existen marcadas
diferencias entre el carácter filosófico doctrinal del espiritismo científico y
el contenido práctico utilitario de la práctica de cruce.
[iv] Véase Ileana Hodge y Minerva Rodríguez, Modos de manifestación del
espiritismo en Cuba, informe de investigación, DESR, Fondo del CIPS, La
Habana, 1995.
[v] J. Sánchez- Parga, La Observación, la
Memoria y la Palabra en la investigación social, CAAP, Quito- Ecuador, 1989:
144
[vi] Ibíd: 83
[viii] Véase Creencias y
prácticas religiosas en zonas rurales, informe de investigación DESR, La
Habana, 1988.
[ix] Colectivo de Autores, La conciencia religiosa. Características
y formas de manifestarse en la sociedad cubana, DESR, (inédito), La Habana,
1993.
[xi] Se pueden mencionar los centros “Luring
Estela” y “Buscando Luz” de Camagüey; “La Casa de los Espiritistas” de Ciudad
Habana y de Guantánamo “Estudios Psicológicos Amor a Dios” y “Sociedad de
Estudios Psicológicos Guía de Jesus”.
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